Si es el color inclasificable de una pintura,
o tal vez la cámara dando vueltas mientras
la música va alcanzando su punto máximo.
Si es la última oración, contenida en la respiración,
la lágrima a punto de abandonar el ojo.
O acaso el infinito universo creado entre dos bocas
en el momento justo antes de que se unan,
la flor que traspasa de manos sin dolencia,
la escalera que aguarda en su cima una caricia.
El artista crea un mundo al que no tiene acceso
para disfrutar lo que le niega el destino,
es en su trabajo en que veo lo que me es negado
y con años y océanos de distancia, comparto el sufrimiento.
Pero el fraccionamiento no disminuye el pesar
y tras la noche que se oculta en el rosal
retrato un mundo para idotas, que se ríen de dolor.